Sus labios perfilados se contraen para dejar escapar un silbido corto al que sigue otro y otro. -¿De dónde ha salido si todas las ventanas están cerradas?-. Saca la lengua, la estira, la gira. Parece nerviosa. Mueve sus ojos saltones como queriéndome indicar algo. Ahora brinca sin descanso sobre la mesa de la cocina. Croac. Croac. Llamo a mi mujer y no contesta. De camino al dormitorio y por el suelo encuentro desparramadas una blusa, una falda y un conjunto de ropa interior. La sigo buscando y no aparece. Creo que hoy toca beso y yo ser el príncipe.
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David Moreno Sanz